El mundo se está acabando.
Como bien ha sido dicho, el fin del mundo no es un proceso rápido y sorprendente, es lento y casi imperceptible. Las razones del fin del mundo varian segun cultura, religión y paranoia personal, pero queda todo reducido a esto: la civilización, de caracter global en el siglo XXI, está en decadencia. Las artes y las ciencias fueron dejadas atrás, las ideas y las pasiones son cosas del pasado y han sido reemplazadas por el placer y el escapismo. Nuestra raza ha perdido su espíritu.
Las señales de la decadencia están en todos lados, no hace falta enumerarlas. La vida se ha reducido a una transacción de capital y el significado de ella ha dejado de importar, no por haber encontrado una respuesta, no por convencimiento de una falta de respuesta, si no por la decidia generalizada de los tiempos modernos. El caos reina y se expande, se acentúa y finalmente dominará al humano para llevarlo a la calma de la extinción. El Orden Natural prevalece.
El hombre común del siglo XXI es un ser humano decadente, sin convencimiento alguno.
El común, el hombre de en medio, no tiene interés alguno por lo que percibe, neutralizado por el opio de la televisión y el receptivismo. Aquellos que escapan de este denominador, aquellos que aun permanecen ardientes de pasión y deseosos de cambio, son los marginados, los solitarios y los extremistas. Este sector que permanece ardiente de pasiones vencidas ha ganado poder desde finales de la decada, sin importar sus causas o motivos, mientras quien seria afectado veia el ultimo show de moda.
El hombre de cambios del siglo XXI es el ser humano alienado. La lucha es fácil para ellos, logrando escalar en importancia en el ranking de gobernantes del mundo, logrando votos, quitando presidentes y avanzando sus agendas personales sin que esto parezca afectar al hombre comun.
Más de 50 años atrás desarrollamos armas capaces de borrar la vida del planeta. A lo largo de la historia hemos demostrado la poca importancia que le damos a la vida de miles y lo mucho que importa el asesinato de una. Más allá de esto, la violencia se generaliza y aquellos que logran llegar a las pantallas de televisión del hombre común tiene altas probabilidades de controlar de manera casi hipnótica a todos aquellos lo suficientemente aburridos para no cambiar de canal.
La muerte de estos idolos es tan peligrosa como un fósforo en una cocina averiada. Prestaremos especial atención a estas señales, seremos los vigías que anuncien la llegada de la Última Ventísca.
El calentamiento global, los terremotos, la reducción de recursos naturales, la guerra por los recursos, la creciente intolerancia y racismo no tuvieran ninguna importancia en tiempos donde el hombre viviera aun con una visión o una experiencia desarrollada. Serían males por superar.
Pero la amplia mayoria, aquellos que pueden escapan del mundo y dejan el problema en manos de otros.
Otros que no tendrian problemas con el aniquilamiento del planeta con tal de demostrar la longitud de sus miembros genitales.
Sabiendo todo esto, viendo como el hombre se encuentra en su ultimo y más penoso capítulo, y sabiendo además que el proceso del fin del mundo ha comenzado irreversiblemente, nosotros nos levantamos.
Nos levantamos y no hacemos nada.
Hacer nada, para nosotros, implica la gloriosa labor de buscar significado en las cosas que carecen de significado, buscar trascendencia a través del pan y circo. En acto desesperado y futil, bien lo sabemos, cambiamos nuestros canales de televisión insesantemente, nos multiplicamos irresponsablemente, fumamos todos nuestros cigarros y bebemos todo lo que se nos ofrezca con el objetivo de encontrar el significado último a la vida.
Hemos determinado que a lo largo de miles de años de historia una verdad única: el hombre ha estado haciendo todo lo contrario para encontrar su sentido en la existencia, usando la razón y la religión, usando la lógica y la comprensión, cosas que se ha demostrado por el tiempo que no son el lugar indicado.
Las respuestas de todo están ocultas en las producciones decadentes, en la vida absurda y serán revelados, asi esperamos desesperados, antes de que el mundo llegue a su ultimo segundo.
Detrás de cada película de violenta, en cada nota de metal negro noruego, en el olor de caucho quemado y el delirio de la fiebre causada por emisiones radiactivas está lo que buscamos. Esperamos.
Si no realizaramos esta búsqueda nuestra existencia debería terminar. Todo aquel que busca respuestas en otros lugares debe saber que el tiempo se ha acabado y no la logrará encontrar. Debe entonces ese hombre, ajeno al cambio, ajeno al común, unirse a nosotros y pensar con extrema profundidad en la cantidad de variaciones de la Coca-Cola existen en el mundo. Quizás, solo quizás, nos será revelado algo que nos lleve a otro lugar.
En caso tal que la trascendencia sea absurda, inexistente e imposible, cumpliremos nuestro papel en el fin del mundo como la ultima generación, despreocupada por el final y totalmente absurda. El hedonismo trascendente o psicotronísmo, encaja perfectamente en la sociedad decadente y permite a sus miembros experimentar al máximo los ultimos placers, inflando nuestros egos y pasando desapercibidos entre los Comunes.
Nuestros métodos serán brutales para los sentidos y los organos vitales: únicos a cada psicotronauta.
Una vez encontrado el significado, es labor importante de todos los miembros del psicotronísmo impartir sus enseñanzas a través de los medios menos obvios. La iluminación global se logrará por metodos de propaganda de guerrilla con graffittis, mensajes a marcador en los baños y blogs en internet. Ninguna otra forma tendrá la veracidad para la psique moderna: la revelación debe ser descifrada, nunca, valga la contradicción, revelada.
Nuestra vida no es mejor, nuestro valor es escazo y llenamos espacios con ambiguedades. El espiritu psicotrónico nos permite mentir y decir la verdad al mismo tiempo.
Nada tiene sentido, pero todo lo tiene. La lógica es un juego que los hombres se tomaron demasido en serio.
Nos diferenciamos del hombre común porque sabemos lo que hacemos.
Nos diferenciamos del hombre de cambios porque conocemos la fatalidad de nuestro destino.
Miembros de la ultima generación, tomen consciencia de su labor y su papel en este glorioso final. No seremos recordados, asi que no importa lo que hagamos.
Como bien ha sido dicho, el fin del mundo no es un proceso rápido y sorprendente, es lento y casi imperceptible. Las razones del fin del mundo varian segun cultura, religión y paranoia personal, pero queda todo reducido a esto: la civilización, de caracter global en el siglo XXI, está en decadencia. Las artes y las ciencias fueron dejadas atrás, las ideas y las pasiones son cosas del pasado y han sido reemplazadas por el placer y el escapismo. Nuestra raza ha perdido su espíritu.
Las señales de la decadencia están en todos lados, no hace falta enumerarlas. La vida se ha reducido a una transacción de capital y el significado de ella ha dejado de importar, no por haber encontrado una respuesta, no por convencimiento de una falta de respuesta, si no por la decidia generalizada de los tiempos modernos. El caos reina y se expande, se acentúa y finalmente dominará al humano para llevarlo a la calma de la extinción. El Orden Natural prevalece.
El hombre común del siglo XXI es un ser humano decadente, sin convencimiento alguno.
El común, el hombre de en medio, no tiene interés alguno por lo que percibe, neutralizado por el opio de la televisión y el receptivismo. Aquellos que escapan de este denominador, aquellos que aun permanecen ardientes de pasión y deseosos de cambio, son los marginados, los solitarios y los extremistas. Este sector que permanece ardiente de pasiones vencidas ha ganado poder desde finales de la decada, sin importar sus causas o motivos, mientras quien seria afectado veia el ultimo show de moda.
El hombre de cambios del siglo XXI es el ser humano alienado. La lucha es fácil para ellos, logrando escalar en importancia en el ranking de gobernantes del mundo, logrando votos, quitando presidentes y avanzando sus agendas personales sin que esto parezca afectar al hombre comun.
Más de 50 años atrás desarrollamos armas capaces de borrar la vida del planeta. A lo largo de la historia hemos demostrado la poca importancia que le damos a la vida de miles y lo mucho que importa el asesinato de una. Más allá de esto, la violencia se generaliza y aquellos que logran llegar a las pantallas de televisión del hombre común tiene altas probabilidades de controlar de manera casi hipnótica a todos aquellos lo suficientemente aburridos para no cambiar de canal.
La muerte de estos idolos es tan peligrosa como un fósforo en una cocina averiada. Prestaremos especial atención a estas señales, seremos los vigías que anuncien la llegada de la Última Ventísca.
El calentamiento global, los terremotos, la reducción de recursos naturales, la guerra por los recursos, la creciente intolerancia y racismo no tuvieran ninguna importancia en tiempos donde el hombre viviera aun con una visión o una experiencia desarrollada. Serían males por superar.
Pero la amplia mayoria, aquellos que pueden escapan del mundo y dejan el problema en manos de otros.
Otros que no tendrian problemas con el aniquilamiento del planeta con tal de demostrar la longitud de sus miembros genitales.
Sabiendo todo esto, viendo como el hombre se encuentra en su ultimo y más penoso capítulo, y sabiendo además que el proceso del fin del mundo ha comenzado irreversiblemente, nosotros nos levantamos.
Nos levantamos y no hacemos nada.
Hacer nada, para nosotros, implica la gloriosa labor de buscar significado en las cosas que carecen de significado, buscar trascendencia a través del pan y circo. En acto desesperado y futil, bien lo sabemos, cambiamos nuestros canales de televisión insesantemente, nos multiplicamos irresponsablemente, fumamos todos nuestros cigarros y bebemos todo lo que se nos ofrezca con el objetivo de encontrar el significado último a la vida.
Hemos determinado que a lo largo de miles de años de historia una verdad única: el hombre ha estado haciendo todo lo contrario para encontrar su sentido en la existencia, usando la razón y la religión, usando la lógica y la comprensión, cosas que se ha demostrado por el tiempo que no son el lugar indicado.
Las respuestas de todo están ocultas en las producciones decadentes, en la vida absurda y serán revelados, asi esperamos desesperados, antes de que el mundo llegue a su ultimo segundo.
Detrás de cada película de violenta, en cada nota de metal negro noruego, en el olor de caucho quemado y el delirio de la fiebre causada por emisiones radiactivas está lo que buscamos. Esperamos.
Si no realizaramos esta búsqueda nuestra existencia debería terminar. Todo aquel que busca respuestas en otros lugares debe saber que el tiempo se ha acabado y no la logrará encontrar. Debe entonces ese hombre, ajeno al cambio, ajeno al común, unirse a nosotros y pensar con extrema profundidad en la cantidad de variaciones de la Coca-Cola existen en el mundo. Quizás, solo quizás, nos será revelado algo que nos lleve a otro lugar.
En caso tal que la trascendencia sea absurda, inexistente e imposible, cumpliremos nuestro papel en el fin del mundo como la ultima generación, despreocupada por el final y totalmente absurda. El hedonismo trascendente o psicotronísmo, encaja perfectamente en la sociedad decadente y permite a sus miembros experimentar al máximo los ultimos placers, inflando nuestros egos y pasando desapercibidos entre los Comunes.
Nuestros métodos serán brutales para los sentidos y los organos vitales: únicos a cada psicotronauta.
Una vez encontrado el significado, es labor importante de todos los miembros del psicotronísmo impartir sus enseñanzas a través de los medios menos obvios. La iluminación global se logrará por metodos de propaganda de guerrilla con graffittis, mensajes a marcador en los baños y blogs en internet. Ninguna otra forma tendrá la veracidad para la psique moderna: la revelación debe ser descifrada, nunca, valga la contradicción, revelada.
Nuestra vida no es mejor, nuestro valor es escazo y llenamos espacios con ambiguedades. El espiritu psicotrónico nos permite mentir y decir la verdad al mismo tiempo.
Nada tiene sentido, pero todo lo tiene. La lógica es un juego que los hombres se tomaron demasido en serio.
Nos diferenciamos del hombre común porque sabemos lo que hacemos.
Nos diferenciamos del hombre de cambios porque conocemos la fatalidad de nuestro destino.
Miembros de la ultima generación, tomen consciencia de su labor y su papel en este glorioso final. No seremos recordados, asi que no importa lo que hagamos.
Nataniel Gondra.
PSICO (latin): Mentalidad, Locura, Alfred Hitchcock. TRONOS (latin): Trascendencia, Ambiguedad, Mediocridad, Paradoxismo, Naturaleza.
Revisión Octubre 2010.