Con los ojos llenos y la mirada en el vacio te grito: ¡NUNCA PODRÁS CON EL ESPÍRITU HUMANO!
Me retracto de todo lo que he dicho. Escupo a tus pies y te digo: no me haces falta. He visto mi raza cruzar el Valle de la Muerte sin temblar. Mi alma se renueva.
Resistiré la ventisca.