domingo, marzo 26, 2006

La Carrera Espacial

Una determinada noche de 1969 nos hicieron morder el polvo.
Pisaron nuestra luna, plantaron su bandera y comieron hamburguesas espaciales. Solo hace un par de semanas resignamos nuestros intentos y vimos lo real: jamás llegariamos tan lejos como ellos.
Nuestra revolución fue diseñada para triunfar. Nuestra oz y martillo brillarian por siempre jamás bajo el sol de todas las naciones.
La nuestra era una nación entre naciones. Las culturas de todos los mundos tenian su hogar en nuestro suelo. En nuestro suelo los gloriosos ancestros sangraron la sangre del destino. Nuestro destino estaba en las estrellas, en las canciones de victoria y el progreso infinito.
Los padres de nuestros padres murieron en combate, defendiendo la igualdad. Nuestros padres murieron de hambre y fatiga para forjar el martillo de la Verdad. Vinimos a este mundo con el futuro tatuado en nuestras frentes, con la fuerza del átomo y los secretos de la balística inyectadas en nuestros craneos.
Las instrucciones de la perfección, la genética celestial, la misteriosa homogenidad de la variedad daban a nuestro semblante la sabiduría necesaria para controlar, manejar, manipular al Universo entero. Nada podría vencernos. Eramos el Estado Sovietico.

Nuestras tropas se alistaban para la guerra, cargaban y descargaban sus kalashnikov esperando el día del ataque, nuestros poetas irradiaban el globo entero con la esperanza del futuro, nuestros obreros fabricaban los tornillos, nuestros cientificos el combustible, los ingenieros el esqueleto... nuestras manos juntas levantaron de la tierra a la Unidad*.
Y llegó el día de fijarnos en las estrellas, llegó el día en que el Común llegaría donde ningún otro, y así, una noche, los hicimos morder el polvo.
De entre todos los perros su espiritu trascendió la especie y se elevó a las páginas de la nueva Historia.
Incluso las tumbas infinitas de los soldados sin cara temblaron de júbilo en el festejo que hubo al conocer la gran noticia. Fuimos nosotros los primeros, seremos nosotros los elegidos.
La fiesta se extendió por días, ríos de vodka y niebla de cigarro llenaron las calles de todas las ciudades. Los jovenes pioneros soñaban con un día vivir en otros planetas para así poder enseñarles a sus habitantes la vía del común, la vía de la justicia y la verdad.
Bailamos y bailamos, cantamos y bebimos durante meses, durante años.
-- ¡Camaradas, camaradas, sigan la fiesta ahora, que desde el espacio, un soviético les saluda!
Fueron las palabras del valiente Yuri una noche... una noche en el que mordieron el polvo.
Duplicamos el festejo, gastamos nuestra tierra, sobrecargamos nuestros reactores.
Era cuestión de días, de meses, de tiempo, para que a la luna y más allá zarparamos. Nuestros barcos espaciales mejoraron levemente y tuvimos algunas pérdidas, pero poco lloramos, poco sufrimos. Ya nada importaba, eramos los primeros, los ganadores, los únicos.
Esperamos entonces, bebiendo y sonriendo, olvidando la lucha, olvidando la Guerra.

Pero el mundo es una esfera muy graciosa. Porque gira y gira y jamás espera a nadie.

En nuestra ebriedad quemamos la biblioteca, sofocamos nuestras mentes, enterramos nuestros pies en ese momento, simulando la eternidad, la estática.
Y una determinada de 1969, nos hicieron morder el polvo.

Pasaron días, meses, años y todavía estabamos inconscientes, sin saber que había pasado. Días perdidos abundaron. Nuestra bandera destiñó sus colores y quedó blanca, insípida.
Seguimos siendo niños, jugando con cohetes de juguete y recitando las mismas páginas de cuentos infantiles. Somos verdes, no rojos.

Allá afuera el tiempo siguió pasando y los hombres siguieron trabajando. Allá afuera jugaron con la realidad y transformaron el mundo, tumbaron nuestro muro, nos despertaron del sueño.
Como siempre, bebemos vodka, esta vez amarga con lagrimas.
Ya será imposible todo lo que soñamos, porque solo eso hicimos. Soñarlo.

Somos los segundos, somos los perdedores, los ultimos.
Somos el Estado Soviético.


*Soyuz